jueves, 21 de octubre de 2010

Día de muertos

Día de muertos

2 de noviembre

            Celebración anual, re raíces prehispánicas y modalidad cristiana, que se lleva a cabo el día 2 de Noviembre para conmemorar a los fieles difuntos.  Aunque presenta múltiples manifestaciones según la región en que se practique, es muy común encontrar en los hogares mexicanos altares que permanecen varios días, adornados con papel picado y flores de cempasúchil, en los que se colocan, además de velas y veladoras, imágenes de santos o de difuntos y ofrendas consistentes en platillos típicos de la zona (tamales, moles, atoles y en general todos aquellos que prefirieron los difuntos).  Esta tradición se basa en la creencia de que en esta época del año las “almas” de los muertos pueden visitar a sus parientes de este mundo; las luces de las veladoras hacen las veces de faros que guían a cada una hasta su altar respectivo, para que al llegar a este, pueda consumir lo que se les ha preparado.  Se cree que si se prueban los alimentos una vez que el “alma” ha visitado su altar estos carecen de olor o de sabor, debido a que el espíritu ha consumido su “esencia”.  A los panteones también se llevan alimentos, flores de cempasúchil y veladoras que se colocan sobre las tumbas con el mismo sentido que en los altares domésticos.  A pesar de tener como base la celebración cristiana de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, esta tradición parece conservar elementos de las ceremonias indígenas de los meses ochpanitzi y teotieco, durante los cuales se ofrendaban a los manes, flores de cempasúchil y tamales de maíz, en una época del año en que acababan de levantarse las cosechas: fines de octubre y principios de noviembre.  Hoy, al igual que en tiempos prehispánicos, se lleva a cabo esta celebración de manera festiva, pues conlleva la idea de renovación de la fertilidad.  Se concede cierta “libertad de carnaval”, ostensible en muchas obras del arte popular, así como en las “calaveras”, pequeños versos satíricos en que los temas centrales son la política y los políticos, los personajes populares y los amigos, siempre acompañados de “la pelona”, “la flaca”, u otros epítetos de la muerte, que nunca aparece con un tinte macabro.  Además, en esos días se consume “pan de muerto”, hogazas de forma semiesférica adornadas con “huesos” y “lágrimas” de la misma pasta; dulce de calabaza y “calaveras” de azúcar que llevan nombres propios y son un regalo común.

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